El avance del proceso político
argentino en el camino de su autonomía política y su desarrollo económico y
social ha conducido también a nuestro país a una redefinición de las
características de su inserción en el mundo, de su red de alianzas
continentales y extra continentales y de sus estrategias políticas, comerciales
y de defensa.
Las características de un período
signado por una de las crisis más profundas y significativas del mundo en mas
de un siglo, requieren un acercamiento al análisis de la situación
internacional de manera ineludible. Gran parte del destino de nuestra nación
depende de la certeza de su política exterior y por ende de la claridad para
apreciar los rasgos que asume la coyuntura en un mundo interdependiente agitado
por nuevas confrontaciones. La crisis del modelo neoliberal y los esfuerzos de
los pueblos y naciones emergentes por forjar un mundo multipolar y generar un
paradigma nuevo y alternativo al capitalismo hegemónico, financiero y
depredador que sostuvieron los norteamericanos y algunos de sus socios
europeos, están en la base de estas confrontaciones.
Entonces la guía o clave indispensable
para orientar o hilvanar este trabajo, que recorra el mapeo de los conflictos
que sacuden al mundo
contemporáneo, es la ya larga crisis del sistema imperial mundial. El estallido
de la burbuja financiera que tiró abajo el muro de Wall Street es un hito
significativo y una circunstancia propicia para encontrar un punto, arbitrario
si se quiere, de inicio del análisis que nos conduzca hasta los riesgos
actuales de una nueva guerra en Medio Oriente, tal como prefiguran las amenazas
contra Irán.
Al momento del estallido de la crisis
de las subprime, Estados Unidos se encontraba en los estertores de la era Bush,
en medio del descrédito y aislamiento político mas significativo en décadas, a
pocos años del aparente apogeo inducido por la implosión de la URSS y la
instalación del libreto sobre la ¨muerte de las ideologías¨ como corolario de
la hegemonía unipolar alcanzada. Las guerras de Afganistán e Irak prefiguraban una
militarización descaradamente fascista en reemplazo de una hegemonía
tradicional, como mix de la influencia política e ideológica norteamericana con
la represión. La crisis de las hipotecas era en ese sentido la expresión
económica y financiera de la crisis de la hegemonía norteamericana sobre el
sistema capitalista internacional.
Teniendo en cuenta que desde hace más
de un siglo desde distintas esferas del pensamiento social suele afirmarse que
el capitalismo, ingresado en su etapa imperialista, ha llegado al fin de su
historia. Por lo cual las sucesivas crisis (en muchos casos se afirma que es
una única y sola crisis por ser la crisis constitutiva de su existencia) serían
manifestaciones de ésta decadencia final. Tienta hacer una reflexión que quizás
aporte otra mirada, hipotética y aproximativa a una realidad compleja,
distinguiendo dos tipos de crisis, entrelazadas o superpuestas. Una crisis
larga que recoge el agotamiento estructural del sistema capitalista, que en su
faz imperialista y globalizada asume rasgos de una crisis civilizatoria, con
manifestaciones tan dramáticas como la puesta en peligro de la supervivencia
humana. De la cual solo es posible salir reemplazando el capitalismo por un
sistema superior. Pero esa crisis larga no pareciera tener condiciones de
salida a tan corto plazo como imaginan nuestros deseos y voluntades. Si bien
las derrotas y los fracasos de los socialismos no podrán liquidar su horizonte,
prefigurado en la recreación de las utopías populares, presupone condiciones
mas vastas y aún mas exigentes que las que enfrentaron sus pioneros. Pero
existe también lo que llamaríamos una crisis corta, que es la que desde hace
algunas décadas viene aquejando al imperio norteamericano, como potencia
hegemónica y cabeza de lo que fue, hasta hace muy poco, un mundo unipolar. Su
última configuración modélica, el neoliberalismo, entró en bancarrota y terminó
en el estallido de la crisis financiera primero, convertida en una crisis
económica de proporciones y luego en una crisis política, en la medida que EEUU
encuentra serias limitaciones para mantener un poder internacional a pesar de
su enorme despliegue militar.
Sin alternativas que cuenten con
suficiente masa crítica a la vista, no es el sistema capitalista en sí mismo el
amenazado, sino el papel norteamericano como motor de su desarrollo y gendarme
de su continuidad. El triunfo de Obama y las expectativas por él generadas
dieron lugar a una reformulación parcial de sus estrategias, en la medida que
estas no son lineales ni unívocas sino el resultado de las agudas
contradicciones en el seno de la principal potencia mundial. Luego del
megasalvataje propiciado por Bush sobre el sistema financiero como prólogo a la
era Obama, el Nóbel más prematuro e injusto de la historia conduce una estrategia
basada en
a)
A) un estímulo a la producción en su
país, con medidas keynesianas demonizadas por el FMI en otros lugares del
mundo. Una exportación de la crisis, cuyo traslado a Europa fue rápido,
contundente y aún en pleno desarrollo. Un ataque al Euro como vía de disputa
con Europa sobre los mercados internacionales. Un chantaje a China,
aprovechando la fuerte tenencia de activos depreciables en manos de éste país,
para poder continuar emitiendo sin respaldo.
b)
B) bajo la fraseología típicamente
demócrata propagandizar una retirada importante de las tropas propias de Irák.
Reformular el papel militar de sus socios europeos para usarlos como mascarón
de sus agresiones (ejemplo claro Libia) lo que le permite un margen de dilución
de la tónica militarista de Bush. Pero básicamente una reconfiguración del
diseño estratégico que tiene como centro la contención de la China emergente y
su aliada Rusia, que sigue manteniendo un fuerte poder militar. Siria es el
paso actual, sobre todo por la complicación que la insurgencia egipcia provocó
al lograr voltear a Mubarak, poniendo en riesgo la tranquilidad de la derecha
sionista en Israel, principal base de operaciones norteamericana en Medio
Oriente. En realidad Obama opera por interpósitos protagonistas forzado por su
necesidad de lavar la imagen heredada de Bush y las restricciones
presupuestarias post crisis acordadas en el Parlamento. Pero aún así avanza en
el rediseño del escenario internacional: Gran Bretaña, su principal aliado
histórico es la pata OTAN en el Atlántico Sur y explica la militarización en
Malvinas que efectivamente no amenaza solamente a Argentina sino a toda una América Latina que busca con
tenacidad su lugar en el mundo.
c)
C) en Europa, EEUU tiene un nuevo
problema y quizás una oportunidad. Sus principales naciones son socias en la
defensa del sistema pero también competidoras en un mercado saturado por la
sobreproducción y recortado por grandes países emergentes. Alemania se ha
conformado como el principal beneficiario de la crisis europea. Ha sabido
explotar algunas peculiaridades: su sistema financiero no domina su economía
sino que ha puesto su magnitud y potencial en financiar la producción
exportable endeudando al resto de Europa. De allí la tozudez de Merkel en
someter hacia el ajuste a Grecia, España, Italia, etc, etc, para asegurarse el
cobro. Pero la burguesía industrial alemana, que atravesó indemne sus
responsabilidades en la primera y segunda guerra mundial es la beneficiaria
también de la caída del muro de Berlín que le amplió el mercado del este
europeo y le proporcionó la mano de obra barata para hacer competitiva a su
industria ya caracterizada por la alta calidad. Grandes industriales que fueron
cómplices y beneficiarios del nazismo, al que sobrevivieron y que hoy se están
saliendo con la suya, la vieja aspiración de subordinar a Europa, tarea que
comenzó cuando lograron imponerle a Francia un Banco Central Europeo a su
imagen y semejanza. Pero por importante que sea el sector financiero alemán,
Alemania no se ajusta al modelo neoliberal clásico de predominio de la
valorización financiera sobre la producción: al menos hasta ahora la
industrialización ajusta a su servicio al sector financiero. Sintetizando, con
el estallido de la crisis europea se puede apreciar que hay una diferenciación
entre Alemania y el resto de Europa. De allí que para el interés global
norteamericano es más que probable que la caída del Euro como moneda común sea
tanto un peligro como una oportunidad.
La conformación del BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica) suponen la perspectiva esperanzada de la
emergencia de un nuevo polo alternativo en la disputa del poder mundial. La
lógica de una economía mundializada cuyo motor efectivo y concreto se desplazó
a los países emergentes, con China como protagonista sustancial, le otorga
sustento. Sin embargo la incapacidad de lograr edificar una nueva
institucionalidad alternativa al FMI, al Banco Mundial y las dificultades para
revitalizar las Naciones Unidas, un organismo mundial que supo jugar papel más
destacado en otras épocas, se hacen sentir. La opacidad china, que combina su
arrollador peso económico mundial con un bajo perfil político, pone de
manifiesto la ausencia de liderazgos políticos de nivel internacional.
La agudización de las contradicciones
sociales y políticas en Europa, en la medida que son producto de la respuesta
de los pueblos a las medidas del ajuste merkeliano, aportan a la situación
europea, una perspectiva dramática pero esperanzada. El triunfo de Hollande,
sobre todo por estar precedido por la excelente elección de Jean Luc Mélenchon,
que le aportó velozmente su apoyo para la segunda vuelta electoral, entraña la
posibilidad de que el pueblo francés encuentre condiciones para resistir el
ajuste. Triunfante por enfrentar a Merkel y Sarkozy y empujado por la espalda
por Mélenchon, Hollande tiene la oportunidad y el condicionamiento necesarios
para superar la trayectoria última (o el prontuario) de una socialdemocracia
europea que se entregó a los brazos del neoliberalismo y contribuyó a la liquidación
del estado de Bienestar. Grecia sufre la peor de las crisis económicas, hasta
el hueso, hasta el hambre, pero tiene en sus manos el as de espadas, la
oportunidad de colocar al Tsyriza y a su líder Alexis Tsipras en el papel de
enterrador del Euro, verdadero corset alemán, suerte de “uno a uno” de la
convertibilidad europea, provocando un desenlace de destino incierto a la
crisis del ajuste y a la Banca Central Europea. La desocupación, que castiga
con especial intensidad y rigor, a vastos contingentes de la juventud en
diversos países europeos, ha logrado ponerlas de pie, e “indignados” realizan
una experiencia política sustentada en la movilización y la ocupación del
espacio público.
Aún así, en esas agravadas condiciones
no es descabellado esperar que EEUU e incluso Alemania logren cabalgar la
crisis, a costa no solo de los pueblos trabajadores del mundo, sino de los
propios y particularmente del resto de Europa. La otra posibilidad es lisa y
llanamente la guerra, que sería la continuidad agravada de las actuales
agresiones que hoy se desarrollan en las áreas estratégicas que rodean los
posibles escenarios de una contienda mundial. Es importante señalar que la
explotación de las riquezas naturales de los países de Medio Oriente o el Norte
de Africa agredidos por el imperialismo norteamericano o sus socios de la OTAN,
no son la causa principal de las mismas, aunque no dejan de aprovecharlas. Lo
más importante es el diseño estratégico en vistas a una confrontación en vasta
escala. EEUU lucha por retener sus papel hegemónico a escala mundial y no por
algunos millones de barriles de petróleo por importante que fuesen.
Pero es en América Latina, nuestro
territorio revalorizado, nuestra esperanza y nuestra responsabilidad, de donde
surgen, se desarrollan y se institucionalizan las mas avanzadas experiencias
sociales, como en un laboratorio gigante donde la diversidad y la vivacidad de
la política popular se retroalimentan con los resultados concretos del
mejoramiento en las condiciones de existencia de enormes masas postergadas, en
la alegría de la autonomía conquistada y en la ampliación de los márgenes de la
vida efectivamente democrática. Porque es en nuestros territorios donde los
movimientos sociales y los movimientos políticos populares siguen luchando y
movilizándose desde el llano pero a la vez se articulan y controlan a través de
sus líderes emergentes los resortes de los Estados en pleno proceso de
reconstitución. Y eso es cualitativamente superior. A nivel global en
Latinoamérica el hecho saliente ha sido la constitución de la CELAC, un paso
mas de avance de la por sí invalorable UNASUR. No podemos dejar de lado la
significación del fracaso de la Cumbre de las Américas, evidenciando el
deterioro del papel de EEUU en al sur del continente y la obsolescencia de los
organismos institucionales en los que tradicionalmente ejerció su dominio. La intrascendencia es lo menos que se
puede decir del momento actual de la OEA. Como contrafigura que muestra el peso
en Sudamérica otorgado por la unidad de los países mas avanzados, como Brasil,
Venezuela y Argentina, el grupo de países de distintivo color de derecha, como
Colombia y Chile no saca los pies
del plato y se mantiene dentro de los marcos amplios de las políticas
regionales, a pesar de sus simpatías pronorteamericanas. En varias de nuestras
naciones se han producido acontecimientos y desarrollos que despiertan
legítimas expectativas. Los estudiantes chilenos no solo han dado vuelta el
ciclo ascendente del líder de la derecha Piñera, sino que han erigido a un
nuevo dirigente nacional de la izquierda, una joven militante comunista, Camila
Vallejos. La gran movilización
colombiana para el primero de Mayo y la constitución de un nuevo conglomerado
de oposición presidido por Piedad Córdoba, también debe ir al activo. La
Argentina también ha cosechado dos importantísimos éxitos internacionales que
sumarán en beneficio de el semicontinente. Por unanimidad de sus pares
latinoamericanos Argentina será su representante por el próximo período en el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y sobre todo Argentina ha sido
elegido por el BRICS como el único país que copatrocinará la presentación del
documento que ellos han preparado para los organismos internacionales. Los BRIC
fueron cuatro hasta que se sumó Sudáfrica y pasó a llamarse BRICS. Quizás
estemos a las puertas de que se convierta en BRICSA, si el actual proceso
económico y político kirchnerista se consolida.
Pero no se pueden dejar de mencionar
las dificultades. Los problemas de salud que aquejan a varios dirigentes,
principalmente a Chávez, adquieren especial relevancia frente al fenómeno que
el papel de los líderes, individuos, cobran en este período de la historia, aún
devaluados los partidos y los colectivos, en el marco de la debilidad teórica y
organizativa de las izquierdas. También se advierte un menor dinamismo y protagonismo
político, se siente la ausencia del Néstor Kirchner regional y las trabas en
concretar el Banco del Sur y otros instrumentos institucionales, alternativos a
los envenenados por la crisis mundial.
En esta carrera contra el tiempo en que
nuestros países están empeñados, los esfuerzos por la paz mundial, por la
creación de zonas desmilitarizadas y todas las formas que sean posibles para
impedir las guerras pasan a ser un factor político de interés en la lucha por
la autonomía y la liberación. En las condiciones de la globalización impuestas
por las grandes potencias las luchas de los pueblos de las mas diversas
regiones del mundo cumplen un papel en común. La creación de una situación como
la latinoamericana adquiere una importancia que excede el interés de los
pueblos latinoamericanos: constituye un ejemplo y abre un camino a transitar en
otras regiones. Hoy, de conjunto, constituye la experiencia política mas
avanzada y más nítida y sus expresiones institucionales como la UNASUR o el
CELAC deben consolidarse y extenderse.
Comentarios