Carta Abierta/ 3

La nueva derecha en la Argentina

Martes 10 de junio de 2008

Asistimos hoy a un disloque entre las palabras y los hechos. Los símbolos han quedado librados a nuevas capturas, a articulaciones contradictorias, a emergencias inadecuadas. No hay actor político que pueda declararse eximido de haber contribuido a esa separación. Hoy las palabras heredadas suelen pronunciarse como un acto de confiscación.
"Clima destituyente" hemos dicho para nombrar los embates generalizados contra formas legítimas de la política gubernamental y contra las investiduras de todo tipo. "Nueva derecha" decimos ahora al momento de nombrar una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra su derecho de ser otra cosa que gestión y administración de los poderes existentes, que reclama eficiencia y no ideología, que alega más gestión que valores. Esa derecha impugna la política, pero lo hace con más dureza cuando la política pretende intervenir sobre la trama social, expresando su desprecio cuando se muestra como capacidad transformadora.
De este vaciamiento también son responsables los profesionales de la política que priorizaron sus propios intereses, mientras sostenían un discurso de lo público.
La continua degradación del lenguaje dio lugar al espontaneísmo soez. La nueva derecha dice que eso no está mal y se debe llevar a sus últimas consecuencias, disolviendo la instancia misma de la política. Es fundamentalmente destituyente: vacía a los acontecimientos de sentido, a los hechos de su historicidad, a la vida de sus memorias. Es una nueva derecha porque a diferencia de las antiguas derechas, no es literal con propio legado, sino que puede recubrirse, mimética, con las consignas de la movilización social.
En ella no hay espesor, desigualdades, violencias ni explotación; ella habla del "campo" trazándonos un dibujo bucólico de pioneros esforzados de la misma manera que considera la pobreza y el hambre como desgracias naturales para sostener una mala conciencia de escuderos de los poderes agrarios tradicionales. Sus lenguajes apuntan a desmontar cualquier relación entre universo reflexivo-crítico y política transformadora.
La nueva derecha es un conjunto de procedimientos y de prácticas que se difunden peligrosamente en las más diversas alternativas políticas. La escena la construyen los medios de comunicación frente a cuyo poder se muestra tan sumisa como respecto a las palabras hegemónicas. Los estilos comunicacionales recurren al intercambio de denuncias ejerciendo un control de la política por vía de un moralismo del ciudadano atrincherado, temeroso, ausente de los grandes panoramas históricos. Las nuevas derechas ejercen su señorío como una forma de desencanto, llamando al desapego generalizado.
Su frase predilecta, "no me metan la mano en el bolsillo", hace de los actos legítimos de regulación de las rentas extraordinarias de la tierra, una ignominiosa expropiación. Trata un bien nacional, como la productividad del suelo, como cosa meramente privada. La nueva clase teatraliza una rebelión campesina pero traza un nuevo destino conservador para la Argentina.
Es una nueva derecha que no se nombra a sí misma como tal, que elude las definiciones. Que trata de desplegar para la Argentina futura una nueva cultura social con un único territorio, el de las rentas extraordinarias que desea percibir una nueva clase interpretando estrechamente las graves necesidades alimentarias del mundo.
Ante eso, es necesario recuperar otra idea de política, otro vínculo entre la política y las clases populares, y otra ilación entre hechos y símbolos.
El descrédito de lo político comienza por destituir a las masas populares y sus imperfectas maneras, para hacer pasar por buenas sólo las supuestas movilizaciones pastoriles roussonianas. Una república agroconservadora despliega entonces sus banderas de "nuevo movimiento social". Tienen todo el derecho a expresarse pero el examen democrático del gigantesco operativo que han emprendido debe ser también interpretado. Se trata de sustituir un pueblo que consideran inadecuado con otro vestido con galas de revolución conservadora. Hay suficientes ejemplos en la historia del país y en las memorias constructoras de justicia para decir que no lo lograrán.


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