Tiempos que llegan

Primero vinieron por los comunistas,
Y yo no hablé porque no era comunista.
Después vinieron por los judíos,
Y yo no hablé porque no era judío.
Después vinieron por los católicos,
Y yo no hablé porque era protestante.
Después vinieron por mí,
Y para entonces, ya no quedaba nadie que hablara por mí.

Hoy, todos los sionistas, muchos israelíes y bastantes judíos, con la
complicidad, en muchos casos activa y en algunos otros pasiva, de algunos
dirigentes mundiales, están yendo por los palestinos en particular y por
los árabes y musulmanes en general. Y nosotros no estamos hablando, porque
no vienen por nosotros.
Llegan tiempos de salirse de Internet y entrar en la realidad. Tiempos de ayudar a
derrumbar del todo los becerros de oro con que se ha mantenido hasta ahora
este sistema de dominación y de alegrarse con las caras de pánico de esos
especuladores sin tasa, cuyas inmensas e indecentes fortunas, siempre al
servicio de estas salvajadas, ahora empiezan a crepitar y se contraen con
cada punto que baja la bolsa. Tiempos en los que hay que empezar a llamar
cosas feas al que vive de mirar un tablero y comprar y vender destinos ajenos,
con el cerebro en el bolsillo y el corazón en los activos. Tiempos del cara a cara.
De ganarse el pan de cada día, con el sudor de la frente y no de acumular infinitos
graneros con la especulación propia y el sudor ajeno. De mirarse a los ojos, de forma
sostenida. De leer más en las expresiones de los semejantes y menos en el
teletexto.
Llegan tiempos en que habrá que no tener miedo a decir que los revolucionarios
tenían mucha más razones lanzando bombas sobre monarcas caducos, que los
impunes e inmunes pilotos del F-16 lanzando misiles sobre multitudes de
civiles confinados en campos de concentración.
Tiempo de insistir contra la programación mental, el olvido programado y el
miedo inducido a que a uno le puedan llamar terrorista, por decir cosas tan
evidentes.

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