La oportunidad de la integración y el oportunismo de ciertos medios

América Latina sufrió profundamente la aplicación del proyecto neoliberal que produjo precarización laboral y financiarización de la economía, lo que resultó en la expropiación de la ciudadanía social en la mayoría de la población del continente.
La consiguiente derrota ideológico-cultural implicó la creación de una subjetividad para la cual es natural que todo sea una mercancía, en la que se subsumió la totalidad del espectro político.
La resistencia de los movimientos sociales emergentes que toman la posta de otros actores más tradicionales, y los procesos políticos que se dan en la mayoría de los países de la región, con sus matices y heterogeneidad, tienen en común que, en diversos grados, se contraponen al modelo neo-liberal anterior, y todos ellos apuestan por la integración de Latinoamérica.
Los obstáculos principales a los que se enfrentan son la ausencia de un paradigma, y la dificultad inherente al desafío que implica construir la unidad en la diversidad. Lo que provoca y convoca es ir hacia sociedades pluriculturales, multiétnicas, más justas y solidarias.

Otro obstaculo es la pugna que manifiestan los viejos paradigmas para mantener el statuo quo y como éstos se resignifican, es lo que Carta Abierta definió en su tercera "nueva derecha".

Frente a la aplastante hegemonía generada por la construcción cultural que es la globalización, esto implica el inicio de la construcción de una hegemonía diferente, surgida de un nuevo bloque de poder.
La crisis abordada como conflicto en el núcleo del poder imperial, puede ser vista como una oportunidad para profundizar los procesos de integración ya en marcha en nuestro continente. Frente a la conflictividad mundial ningún país puede solo, por lo que Latinoamérica debe articularse y construir respuestas comunes.
El reciente encuentro en Brasil de los Presidentes de América Latina y del Caribe, consolidando el Grupo de Río, recibiendo la incorporación de Cuba y dándose programas e iniciativas conjuntas, implica una posibilidad para todas y todos los latinoamericanos. Nos une la historia y ahora nos une el futuro.
El rol de Argentina viene siendo altamente contributivo a este proceso asumiendo las responsabilidades y desafíos que conlleva. Así lo demuestran, por ejemplo, la rapidez con que se acordó la visita a Cuba y Venezuela, o la consolidación del Mercosur, a pesar de las asimetrías, aceptando la magnitud de la gesta, de construir un esfuerzo común. Estas son decisiones políticas que deben ser acompañadas activamente por los actores sociales y productivos, intelectuales, empresarios -en especial las pymes- trabajadores, artistas y gente de la cultura. Todos pueden contribuir a crear las redes de asociatividad y cooperación que junto a los gobiernos deberían aportar a los nuevos espacios de la integración latinoamericana.
En este sentido espacios plurales como Carta Abierta han demostrado un profundo compromiso con la integración de Nuestra América, al participar en distintas iniciativas que contribuyen a tejer el entramado de la identidad latinoamericana.

Los sectores del gran capital que impusieron el neoliberalismo, no lograron crear una base social de apoyo, más que a través del papel que empezaron a jugar los medios de comunicación concentrados en la dirección política e ideológica de la nueva derecha latinoamericana.
Su capacidad de movilizar soportes en el plano político se asume desde un rol ideológico que reproduce la fragmentación y alienación social, promoviendo un discurso antipolítico que impide la construcción de una narrativa capaz de promover una participación social verdadera.
En este camino, intentan relativizar o futilizar las acciones y los logros del gobierno, minimizando la magnitud política de las iniciativas regionales e internacionales, por ejemplo al intentar cambiar la percepción de la importancia de las visitas a África, Rusia y la próxima visita de la Presidenta a Cuba, subestimando los acuerdos políticos y económicos, al plantear un falso eje, que intentará, en éste último caso, hacer girar la visión del éxito o el fracaso de este viaje en torno al tema de la doctora Hilda Molina, que no forma parte siquiera de la agenda oficial.
En estos momentos en que los efectos de la crisis mundial nos acechan, esta actitud implica una gran irresponsabilidad, una triste frivolidad y hasta una complicidad con los que buscan priorizar pequeños temas conflictivos frente, a la magnitud de la epopeya integracionista, que es el camino para evitar ser arrastrados por la crisis.

Artículo de Adriana Riss, publicado en "El Argentino" del 12 de enero de 2009

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