Las rutas sinuosas de la crisis internacional

Por Lido Iacomini



Contradictorias, y hasta confusas, se presentan las noticias y versiones del recorrido económico y político de la crisis internacional. Esto es característico de toda crisis y de allí la imprevisibilidad del destino inmediato del rumbo de los acontecimientos mundiales.



Aún así es necesario señalar algunos hechos y trazar también hipótesis al respecto. De todos es sa-bido que esta fase de la crisis se desató en el centro cuasi hegemónico de la economía mundial, los EEUU, que desde su inicio en el 2008 llegó a perder alrededor de 8 millones de puestos de trabajo. Norteamérica ha logrado recuperar escasamente 3 millones de ellos, a costa de la casi ilimitada inyección de dólares fabricados sin otro respaldo que su preponderancia global.



Pero simultáneamente pudimos observar el desplazamiento del desastre económico a su asociada Europa. Primero en sus eslabones más débiles, Irlanda, Grecia y Portugal, luego España e Italia hasta finalmente alcanzar a Francia. La gravedad de la situación europea evidenció el papel preponderante de Alemania y su economía, beneficiaria principal y casi exclusiva en estos 13 años transcurridos desde la instauración del Euro, de esa suerte de “convertibilidad” a la europea. Emerge también, llamativa, la potencialidad industrial alemana, resultante de la mercado-dependencia de sus socios de la Eurozona y de su capacidad de sacar partido de la debacle soviética, reunificando Alemania al precio de convertir a la RDA en reservorio de mano de obra barata, igual que a algunos otros países del Este europeo, portaviones productivos externos y en cierta medida dependientes.



Alemania exhibe otra cualidad que la diferencia de los EEUU: su desarrollado sector financiero estuvo al servicio de la expansión industrial, en su mayoría de alta tecnificación y calidad y exportó para ello la burbuja financiera en forma de deuda soberana al resto de su Europa clientelar. Pero no está eximida de sufrir las consecuencias graves de una caída en dominó de quienes constituyen su principal mercado de bienes industriales y financieros. Todo pareciera indicarlo si las recetas del FMI continúan siendo los fun-damentos del camino de “salida”. Mientras tanto la desocupación se extiende como una mancha de sangre manada de las “libras de carne” exigidas por los gurúes de la arquitectura financiera internacional, que empujan los índices de “riesgo país” hacia arriba y el valor de los bonos de la deuda soberana hacia abajo, en dirección a convertirlos en “bonos basura”. Términos y ecuaciones ya conocidas por nuestros lectores, imágenes vividas, experiencias dolorosas del pueblo argentino.



Francia se introduce en esa brecha de intereses entre capitales industriales y financieros y pareciera sorprender con la decisión de Sarkozy al decidir aplicar Francia, en soledad, la Tasa Tobín, quebrando unilateralmente el paradigma de intocabilidad impositiva sobre el sector financiero. Su pretensión, largamente reclamada a Merkel, de crear un impuesto a las finanzas fracasó al menos por ahora. Voltereta a la quizás también arriba por el desengaño que le produjo que su sobreactuación militarista en la Otán versus Libia, no lo haya liberado de la presión alemana por mantener el Banco Central Europeo como garante de su supremacía.



Así el riesgo cercano de estallido del Euro como moneda común de la Eurozona no se limita a la perspectiva casi inexorable de Grecia de tener que salirse en busca de una devaluación salvadora, sino que da en el plexo problemático del punto de bifurcación de la arquitectura europea construida tras la caída del Muro de Berlín. Salvo que alguien se atreva a pensar que la Alemania de Merkel esté dispuesta a colocar su capital real y potencial al servicio del salvataje europeo. El capitalismo, desde los tiempos y los análisis de Marx, muestra lo contrario.



Pero los vientos de Fronda que soplan desde la agudización de la crisis europea autorizan a dudar de la fortaleza de las alianzas y bloques tradicionales de poder, sobre todo cuando sus ráfagas embisten sus fundamentos económicos y el sálvese quien pueda comienza a manifestarse, tal como lo hizo Londres ahora frente al resto de Europa.



¿Y EEUU donde estás?



Una posibilidad de saberlo es mirar que hacen sus principales adversarios. China y Rusia parecen estar dejando de lado la diplomacia “reservada” (característica que sobre todo compete a China) y co-mienzan a aparecer declaraciones, en niveles inferiores o no oficiales, que alertan sobre el peligro de gene-ralización del conflicto bélico. O lo que alarmísticamente podríamos llamar los riesgos de una nueva guerra mundial, como salida tradicional a la crisis mas profunda desde los años 30 del siglo XX. Lo que aparece como cierto es que ambos países estrechan su alianza y manifiestan no estar dispuestos a dejar pasar una agresión norteamericana a Irán. Lo cual en su versión mas “light” podría tratarse tan solo de una bravata disuasiva. O bien una intervención indirecta en la interna norteamericana que transcurre al rojo vivo.



Con respecto a EEUU también es necesario acumular algunas observaciones. Por primera vez en décadas un gobierno norteamericano, apremiado por sus dificultades económicas, traducidas en un déficit gigantesco, recorta significativamente el presupuesto de Defensa de su país. Afecta al complejo militar industrial, que viene hace rato sobredimensionando el gasto armamentista que requiere el predominio imperialista, para volcar miles de millones de dólares a sus arcas. Esto se traduce en una puja sobre las políticas de defensa y las guerras desatadas o a desatar. La propuesta de Obama es concentrar el gasto apelando a la mas alta tecnología y reduciendo la intervención militar externa a lo estrictamente necesario para preservar una hegemonía mundial que se va diluyendo desde lo económico y lo político. Un débil consuelo: Latinoamérica quedó, despriorizada, fuera de los planes que presentó Obama.



Pero en realidad hay otras políticas, inconfesables en lo fundamental, que surgen como alternativas frente a las dificultades financieras y presupuestarias que aparecen como pantanos vietnamitas en el camino de las guerras norteamericanas. Una es el camino de los asesinatos puntuales, como los de Saddam, Bin La-den, Ghadafy y ahora los científicos nucleares iraníes, es decir el terrorismo apenas solapado. Otra es la co-bertura al estilo de la usada con Libia, haciéndole jugar a sus socios como Francia e Italia el papel de mas-carones de proa de la agresión militar. En ese camino prepara a Israel para agredir eventualmente a Irán.



Y el tercero y mas visible es el camino de los Drone, que les permite bombardeos puntuales de bajo costo y sin ofrecer sangre propia. Pero es también el camino de la mas ocultada guerra bacteriológica, terrible, indiscriminada e inhumana sin par. Allí se inscriben las recientes y difundidas investigaciones sobre gripes mortales. Pero no debe dejar de considerarse que la violencia de la política norteamericana actual lleva el signo de su debilidad -estructural ya- en lo económico y lo político.



Camino propio



Afortunadamente en la vida social y política nunca está dicha la última palabra. No hay ni destino inexorable ni leyes inmutables que conduzcan a la guerra. Tampoco hojas de ruta ni recetas teóricas que conduzcan a la salida. Media si la voluntad y la inteligencia de los colectivos humanos, en la medida que acrisolen la experiencia histórica de manera viva y actúen en consecuencia.

Groseramente, en la encarajinada vida política norteamericana, solo se vislumbran caminos pantanosos. Es que la ultraconservadora derecha yanky no encuentra candidato “tea party” viable y los liberales que -ya sean demócratas o republicanos- habitualmente llevan a la práctica parte del programa conservador, son a la vez maestros culposos en el arte de trabar sus propias políticas de dominación, Y los “indignados”, aún surgiendo como hongos abonados por la crisis, no pueden mas que poner guijarros a falta de programa y densidad alternativa.



La alternativa la tenemos los latinoamericanos, y nuestros lazos con los BRICS, a condición de apurar el tranco en busca de la articulación y los acuerdos indispensables para eludir los rasgos más negativos de la recesión internacional, a la vez que construimos los mecanismos financieros, económicos y sobre todo políticos que diseñen un nuevo orden posible. No sería una precaución desmedida una política de defensa común, en la senda de una política de paz internacional que se oponga a las viejas y nuevas formas de la agresión e intervención.

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