Declaración de Carta
Abierta sobre la decisión de la Corte Suprema
Las brumas de la
impunidad
La retorcida resolución de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación merece sin duda todos los análisis jurídicos que sean
necesarios a fin de intentar retrotraerla, pero como en tantos otros casos, es
una decisión tomada por una cuestionable mayoría formada con innegables y
toscos forzamientos. Los jueces que la firman todos son conexiones terminales
de la voluntad desmanteladora del macrismo, que vacía toda juridicidad en los
más hondos basurales de la historia.
Léanse los dictámenes de los jueces sórdidamente revisionistas.
Dicen actuar en
nombre de la civilización, de la arquitectónica más elocuente de leyes que
garantizan la vida sin barbarismos. ¿No es éste el lenguaje más refinado de los
hipócritas restauradores del festín de los represores? Son los nuevos bárbaros
esgrimiendo las tablas de la ley. Miserablemente, surgen una vez más los
oscuros compromisos de una parte significativa del aparato jurídico con el
proyecto de volcar las interpretaciones ya consagradas sobre el Terrorismo de
Estado hacia la zona más oscura de la historia del país. Hay en la decisión de
estos jueces –todos ellos integrantes ya de una irreversible galería de la
vergüenza nacional, Rosatti, Rosenkrantz, Nolasco-, la voluntad insidiosa de reescribir una
historia dramática que fue juzgada en los tribunales de la humanidad, para
darle voz a los represores, torturadores y asesinos como nuevos sujetos a los
que se les confiere el derecho de revertir las vigas más profundan de la ética
pública.
La desculpabilización de
patibularios personajes se hizo moviendo piezas jurídicas inverosímiles, con
estilo de tahúres de alta escuela. Todo ello está destinado a una amnistía
generalizada que invierta tortuosamente una interpretación ya dada sobre
víctimas y victimarios. Ahora los primero pasarán a hacer el papel de los
segundos y los segundos de los primeros. Esta absolución que cambia el curso
mismo de la historia argentina ha salido de torvos diagramadores de la política
gubernamental. También encuentra a los sectores dirigentes de la Iglesia
llamando a una reconciliación. Usan esa venerable palabra como tortuosa señal
de su propia inmunidad, lanzando así su autoamnistía respecto del avieso papel que
cumplieron en los años más siniestros de la historia nacional.
¡No al borramiento
de la historia en la bruma de la impunidad!
Espacio Carta Abierta
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